La piedra de labradorita es considerada en litoterapia como benéfica para todos los problemas relacionados con los ojos y la visión. La labradorita es una piedra protectora para los terapeutas y otros profesionales de la sanación. Elimina la sensación de fatiga y ayuda a proteger al usuario de las molestias de los demás. Esto es particularmente útil después de una sesión de magnetismo y cuando el terapeuta se siente extremadamente cansado. Su poder regenerativo también es poderoso y puede ayudar a su portador a descansar cuando se siente agotado física y mentalmente.

En 1770, los misioneros moravos descubrieron la labradorita en el Labrador, una región de Canadá. El geólogo Foster la utilizó como referencia para nombrar la piedra por primera vez en 1780. Los inuit y otros pueblos indígenas tienen leyendas sobre la labradorita. Muchas leyendas esquimales la relacionan con las auroras boreales, por sus múltiples colores. Las luces del sur estarían congeladas y atrapadas en la forma de la roca. El hombre los liberó rompiendo la roca con su lanza. Algunos de los reflejos azules y verdes permanecerían congelados, tomando la forma de rocas. Se dice que el espíritu de sus antepasados está presente en el mineral y que vincula el reino terrenal con otros reinos invisibles. Es un anillo que muestra el camino, es protector y tranquilizador.